LA INTERRELACIÓN ENTRE EL ARTE Y EL BLOCKCHAIN
- Escrito por Fernanda MARQUERIE GEBARA
(La autora fue estudiante de la XIV Edición del Máster en Propiedad Intelectual, Industrial y NN.TT. de la UAM)
El blockchain es una tecnología de la que se suele hablar muchísimo, que obtuvo relieve con la puesta en el mercado del bitcoin, que es la primera y más famosa criptomoneda creada y sustentada por ella. A lo largo del tiempo, el blockchain ha ganado espacio en otros sectores del mercado y se ha convertido en una herramienta fidedigna para certificar las transferencias de cualquier bien, tangible o intangible, que incluye, por ejemplo, la compraventa de obras de arte.
No obstante, ¿qué es el blockchain y cómo se relaciona con el mercado del arte? El blockchain es un libro de contabilidad electrónico compuesto por cadenas de bloques (estructura criptográfica), que garantiza a sus usuarios confianza, transparencia, seguridad y veracidad a cerca de las transacciones comerciales pactadas en línea, cuyo contenido es permanente e irreversible, por lo cual no se permite nunca borrarlo, sino solamente añadir nuevas informaciones por personas debidamente autorizadas. Por su parte, el mercado del arte se contrapone a dicha tecnología. Debido a la tradición y a la antigüedad del sector del arte, este se basa fundamentalmente en transacciones documentadas en papel que certifican la autoría y la proveniencia del arte que, en la práctica, pueden fácilmente ser manipulados y alterados. Además, dicho mercado se suele regir por el sigilo, la privacidad y la confianza entre las partes a cerca de la autenticidad de lo que se transmite y de la autorización del vendedor para llevársela a cabo la compraventa.
Aunque dichos sectores sean, en principio, antagónicos, sus peculiaridades han permitido la implementación del blockchain en el mercado del arte, [1]. Por consiguiente, se puede defender que el blockchain salvaguarda los preceptos de la Ley de Propiedad Intelectual, en cuanto a los derechos morales de paternidad e integridad y a la cadena de cesión de derechos registrándose el nombre de quien ha adquirido y transferido la correspondiente obra de arte.
Asimismo, en virtud de la inmutabilidad de la cadena de bloques, el blockchain almacena toda la trazabilidad de la obra, incluyendo todo lo necesario para atestar su autenticidad y provenance desde su inclusión al libro electrónico hasta su venta final (como el histórico de laudos periciales, sus ventas, sus préstamos o sus certificaciones). De ahí, se puede defender que dicha tecnología se convertirá en un instrumento hábil para prevenir la venta de obras robadas, falsificaciones y reproducciones no autorizadas, así como una herramienta para intentar eludir el blanqueo de capitales y la evasión de divisas ya que históricamente se ha utilizado el arte para lavar dinero [2]. Incluso, en caso de destrucción, robo o pérdida del soporte físico del arte, las informaciones registradas a través del blockchain demostrarán quien es su propietario y le ayudará en los procedimientos ante las empresas aseguradoras. La incorporación del blockchain al sector del arte ocurre de manera paulatina, pero ya se han surgido diversas empresas que lo utilizan en beneficio del arte, tales como Blockchain Art Collective, Maecenas, Monart y Verisart.
Sin embargo, las consecuencias de su aplicación tienden a ser más positivas que negativas puesto que, además de lo ya explicado a lo largo de este artículo, el blockchain proporcionará la perfección inmediata y en línea de la compraventa, la reducción de los costes con intermediarios (casas de subastas, art dealers y brokers) y la conexión entre nuevos artistas y coleccionistas e inversores, fomentando el desarrollo de la creación artística.
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[1] Es importante que las partes sean diligentes en relación con la documentación que se adjunta al blockchain y examinar su veracidad.
[2] Por ejemplo, a través de la Operación “Lava Jato”, iniciada en 2014 y considerada la mayor investigación contra la corrupción llevada a cabo en Brasil, se han confiscado más de 200 obras de arte fruto del crimen de blanqueo de capitales, entre las cuales se encuentran obras de artistas brasileños y extranjeros como Di Cavalcanti, Vik Muniz, Salvador Dalí y Miró.